jueves, 17 de marzo de 2016

Remolinos a raudales

Desde que hice este jabón, tanto me gustó el resultado, que lo he repetido unas cuantas veces. Cada vez ha salido algo diferente, por supuesto, porque el resultado final de cualquier técnica decorativa es imprevisible, por lo menos para mí. Puedes saber por dónde irán los tiros más o menos, pero de ahí a estar seguro de lo que obtendrás, va un gran paso. Claro que precisamente ahí está la gracia, si no fuese así, se perdería gran parte del encanto ;).


Como expliqué en su momento, la manera de realizar esta decoración es muy sencilla. Una vez alcanzada una traza ligerita, de esas que nos permiten luego hacer remolinos, reservamos la mayor parte de la mezcla para el color blanco y una pequeña parte para cada uno de los colores que hayamos elegido. Se vierte toda la parte blanca en el molde y los colores, de manera alterna, se echan a lo largo del molde, tirando líneas desde diferentes alturas, para que cada línea, en lo posible, quede a una altura diferente dentro del jabón. 


Luego, metemos la percha por uno de los lados del molde y movemos el jabón con entusiasmo, como si no hubiera un mañana. La percha tiene que trazar dentro del jabón ochos invertidos o tumbados u horizontales, como lo entendáis mejor. Yo le doy unas cuantas pasadas, mínimo tres, para que los colores se mezclen bien. El resultado final dependerá de muchas cosas, una muy importante de cómo de espeso esté el jabón a la hora de removerlo. En las dos últimas fotos, el jabón estaba tan líquido que se me salió parte por el fondo del molde de madera que es desmontable. Como veis, los colores están más mezclados y los dibujos son como más finitos.


Para cada uno de los jabones los colores fueron diferentes. Las posibilidades son enormes, casi infinitas. Yo os invito a ser atrevidos, lo dice una que se lo piensa todo un montón... La inspiración se puede encontrar en cualquier lugar. En los jabones de otros compañeros podremos ver el resultado final sin correr riesgos. Pero también nos podemos inspirar en prendas de ropa, en estampados, ahora que llega la primavera y la ropa será más colorida. Para la elección de los colores de este último jabón, yo me inspiré en las orgonitas de Sergio Masala, para que veáis de qué sitios tan dispares nos pueden llegar las ideas. De no haber visto en ellas lo bien que quedaban el azul, el verde y el marrón juntos, jamás se me hubiera ocurrido elegir esos colores. 


¿Alguna vez os habéis inspirado para vuestros jabones en algo que no tiene nada que ver con el jaboneo? Me encantaría que me lo contarais en los comentarios. Muchas gracias por venir a verme ;).

domingo, 6 de marzo de 2016

Jabón de laurel, crónica de un desastre

Tengo unos cuantos laureles en casa. Por desgracia, no todos dan bayas, apenas un par de ellos, pero son suficientes para permitirme hacer un oleato con bayas de laurel. Extraer el aceite de las bayas es un proceso complicadísimo y con un resultado muy pobre, se necesitan muchísimas para obtener unos pocos gramos de aceite de laurel. Como soy poco dada a complicarme la vida, para mí un oleato es una opción estupenda, no es lo mismo que el aceite de laurel, pero me vale.

Un oleato es una de las formas que tenemos de obtener o extraer los beneficios de las plantas. Se pueden hacer en frío o en caliente y con planta fresca o seca. El oleato hecho en frío consiste en llenar un bote de cristal con la planta que hayamos elegido y cubrirla por completo con aceite. Se suele utilizar aceite de oliva, de girasol o de almendras. El bote lo guardaremos en un lugar seco y oscuro y lo mantendremos así, moviéndolo cada cierto tiempo, entre 30 y 45 días. Después tendremos que colar muy bien el contenido y podremos usar el aceite para nuestro jabón.

Al realizar el oleato en caliente, acortamos mucho el tiempo de espera. En este caso yo utilicé este método por eso, por ser más rápido. Dado que para realizar un oleato en caliente, no conviene que la temperatura sea demasiado alta, yo utilicé la thermomix. Primero trituré todas las bayas, después las cubrí con aceite de oliva y, por último, las tuve durante dos horas a la temperatura mínima, 37º. El aceite bien colado, lo utilicé en la receta. Una advertencia, al ser aceite de oliva, cuando calculemos la fórmula en la calculadora, lo pondremos como aceite de oliva, que el hecho de ser un oleato de bayas de laurel, no lo convierte en aceite de laurel ;).



Este jabón lo realicé hace ya algún tiempo, fue uno de mis primeros experimentos, apenas llevaba unos meses metida en el mundo del jaboneo. La falta de experiencia se suele pagar tarde o temprano, pero es verdad que de los errores, o de las  meteduras de pata, también se aprende. Como suelo ponerme a hacer jabón cuando me da el arrebato, no me gusta mucho elaborar jabones que requieran preparativos con antelación. Es por eso, por ejemplo, que no suelo usar infusiones u otro tipo de ingredientes que deban congelarse porque es evidente que eso hay que tenerlo previsto al menos un día antes ;). Pero en esta ocasión, eran tantas las ganas que tenía de hacer este jabón de laurel que, no sólo hice el oleato, sino que también preparé la infusión de hojas de laurel y, claro, la congelé para que, al mezclarla con la sosa, ésta no la achicharrara. Además, para que el contenido de laurel fuese el máximo posible, pulvericé unas hojas secas de laurel y las añadí en la traza, de ahí las motitas más oscuras que se ven el la foto.




Pues eso, que tenía todo bien preparado, hago el jabón, casi dos kilos, lo vierto en el molde y, cuando voy a coger el molde para envolverlo con el film, me quedo con las paredes en la mano, la base se queda en la encimera y todo el jabón se desparrama por todas partes. No sé si os hacéis una idea de lo que son 1800 gr. de jabón desparramados... Entré directamente en modo histeria, lo que en mi caso va unido a modo bloqueo... ¡¡¡No, no, no..., no me puede estar pasando esto!!! Por suerte, no hacía mucho había leído un caso parecido en el foro de mendrulandia y recordé que el jabonero en cuestión, salía del paso cogiendo a toda velocidad el primer recipiente que tenía a mano y echando en él toda la masa que podía recuperar. Así que yo agarré la cazuela e hice lo propio, recompuse el molde, lo coloqué sobre una bandeja y volví a llenarlo con el jabón rescatado. A pesar de que no se lo merecía para nada, lo envolví con el film y lo dejé bien abrigadito para que gelificara. La parte más importante de este relato es la BANDEJA. Esto es lo que aprendí, siempre que dudes de la resistencia de un molde desmontable, ponlo encima de una bandeja ;).




El color del jabón es totalmente natural, un verde precioso, ¿verdad? Pero la pena es que apenas duró un tiempo y acabó quedando de un tono parduzco difícil de definir, es lo que suele pasar con muchos colorantes naturales. En cuanto al olor, recién hecho era increíble, un olor riquísimo a laurel pero ese aún duró menos que el color...

Quiero dejar claro que éste no es un jabón de Alepo, no tiene nada que ver. La composición del jabón de Alepo es 65% de aceite de oliva y 35% de aceite de bayas de laurel. Para este jabón utilicé la siguiente receta:


JABÓN DE LAUREL

- Aceite de oliva (oleato de bayas de laurel), 861 gr.
- Aceite de coco, 201 gr.
- Manteca de karité, 153 gr.
- Cera de abeja, 19 gr.
     - Sosa, 158 gr.
     - Agua, 408 gr.

- Sobreengrasado, 9%
- Concentración, 28%


Por cierto, la fotos son muy malas, pero, como ya he dicho, este fue uno de los jabones de mis primeros tiempos, cuando hacía las fotos más como recuerdo que como otra cosa, y cuando ni se me pasaba por la cabeza que algún día publicaría un blog :).

Por último, si alguien tiene interés en saber cómo se obtiene aceite de las bayas de laurel, Mónica, de "El arte del jabón", lo explica estupendamente aquí.