lunes, 1 de junio de 2015

Jabón de colores

¿No os ha pasado nunca que, basta que tengáis que quedar bien con alguien, para que las cosas se tuerzan? Bueno, pues eso es exactamente lo que me ha pasado a mí con una tanda de jabones por encargo que acabo de hacer. Justo por estos días va a hacer dos años que empecé a hacer jabón, lo recuerdo como si de un aniversario se tratase y, en cierto modo, así es. Vale que no es una experiencia espectacular, pero he jaboneado mucho en este tiempo y también he tenido la suerte de no haber tenido demasiados problemas haciéndolo. Así que cuando me puse a hacer un encargo grande de jabón y al muy puñetero le dio por no endurecer, hasta el punto de que, después de cuatro días hecho, se quedaba pegado al cuchillo al cortarlo, me quedé completamente descolocada. Funciono muy mal bajo presión, me bloqueo y, más allá de lamentarme y pensar "¿por qué a mí, señor?, ¿por qué a mí?", no era capaz de mucho más.


Pero creo que aún no os he contado una cosa y es que en este mundillo de artesanos, brujos y brujas jaboneros, hay gente muy, pero que muy generosa. Son como hadas buenas que no dudan en desplegar su extensa experiencia y sabiduría para ponerla a tu servicio en caso de necesidad. Y en esta ocasión, mi hada buena particular fue Mónica, de El arte del jabón, a la que no puedo sino estar agradecida, muy agradecida, de verdad. Algún día, con más tiempo, os enseñaré mis intentos de imitar alguno de sus preciosos jabones, el resultado es muy divertido... De momento os recomiendo que no dejéis de visitar su blog, vais a aprender mucho y a disfrutar un montón de su trabajo.


Cuando acudí a Mónica para preguntarle cuál podía haber sido el problema, no sólo me tranquilizó sino que, dado que la fórmula estaba equilibrada y con valores correctos, me dio un cursillo acelerado de cómo trabajar el jabón con concentraciones más altas para evitar en lo posible ese problema de la falta de dureza. En muy pocas ocasiones había yo tocado esa variable de la concentración en la calculadora de mendrulandia que, por defecto, es siempre de un 28%. 


Aprovecho para explicaros, porque no lo hice en la entrada sobre teoría que publiqué, que cuando hablamos de CONCENTRACIÓN nos estamos refiriendo a cómo de concentrada está la lejía que vamos a utilizar para hacer el jabón. Si el porcentaje es más alto, significa que tenemos más sosa disuelta en menos agua (con un 40 % de concentración tendríamos un 40% de sosa disuelta en un 60% de agua); si es más bajo, tendremos menos sosa en más agua (con un 28% de concentración, tendríamos un 28% de sosa disuelta en un 72 % de agua). Cuando cambiamos este punto en una receta, en realidad la única cantidad que cambia es la de agua, la de sosa no se modifica.


Con concentraciones más altas, es más difícil hacer decoraciones porque la traza espesa mucho antes, de ahí que sea imprescindible trabajar con todos los ingredientes lo más fríos posible, para retardar este momento. Me ha gustado mucho la experiencia, aprender a hacer las cosas de una manera diferente siempre es muy interesante y constructivo.


La decoración que he empleado es muy sencilla, pero muy resultona. Saqué la idea de este vídeo que encontré en youtube. En realidad, ese jabón no se parece en nada al mío ;), porque yo suelo hacer luego lo que me parece. El jabón del vídeo, que es muy bonito, queda parecido a lo que sería un jabón decorado con la técnica del falso embudo, pero es que a mí las rayas curvas que quedan no me gustan mucho, así que yo decidí meterle unos meneítos con la percha y estoy muy contenta con el resultado. Un método muy sencillo y sin complicaciones con unos resultados muy vistosos, espero que os guste :).


Creo que no hace falta explicar que las fotos de esta entrada son, una vez más, un regalo de María que, entre examen y examen, sacó un rato para recorrer su precioso jardín buscando el lugar idóneo para cada una de las fotografías. ¡Son unas fotos preciosas! ¡Gracias de nuevo, María!